Viajamos en torno al muro marroquí: 2700 kilómetros
de taludes de arena, fosos, fortificaciones, alambradas, radares, soldados y
millones de minas que parten por la mitad el Sahara Occidental.
Familias separadas, miles de muertos y mutilados y
el empobrecimiento de amplios sectores poblacionales son algunas de sus
consecuencias directas.
Miguel
Gutiérrez-Garitano
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Un oficial del Frente Polisario vigila el "Muro de la Vergüenza" a distancia (foto: Rafa Gutiérrez Garitano) |
En el Sahara ocupado, acercarse al muro puede
ser muy peligroso. El que escribe estas líneas lo sabe bien, pues pisó una mina
en las montañas al este de Aussard, a un puñado de kilómetros de la gran pared,
al sur del Sahara. Hubo fortuna y no estalló, pero cientos de ciudadanos
saharauis no han tenido la misma suerte. Alcanzar el muro desde dentro está
prohibido, pero su presencia, el odio humano que lo precede, se atisba en todo
el país. Dejada atrás la localidad de Tarfaya, empiezan las barreras, los check points, los interrogatorios y los
malos modos que informan de que uno se encuentra en un país en estado de
excepción. No sólo el clima es bélico, sino que no hay más que cuarteles y
uniformes por doquier. Una marea verde desde El Ayoun, hasta Dahkla. Y la
población saharaui, represaliada, se cuida mucho de contar según qué cosas. En
este caldo de cultivo el extranjero no es bienvenido. En la ciudad de Esmara,
de hecho, me ponen vigilancia y me siguen a todas partes. En El Ayoun -a donde
llego el mismo día que una comisión de parlamentarios españoles- me obligan a
abandonar la ciudad en dirección sur. Sólo en la carretera de Aussard encuentro
el paso abierto, pero no hacia el muro, sino hacia los campos minados
invisibles que lo preceden. Campos llenos de restos de los refugiados que
huyeron hacia el este en 1975 mientras el ejército marroquí les bombardeaba con
fósforo blanco: sobre la arena todavía
ennegrecida hay maletas, botes de conservas, zapatos y ropa, restos de
animales...Y otros recuerdos de guerra y muerte: la alargada sombra del muro.
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Porciones del muro en las regiones de El Guerguerat, hoy en disputa y Aguenit (fotos: Miguel Gutiérrez Garitano y Rafael Gutiérrez garitano). |
Decenas de muertos
y mutilados cada año
Cada año se produce un goteo de
muertos y mutilados debido a las minas y obuses abandonados a ambos lados del
muro. En el Sahara hay entre siete y diez millones de estos artefactos,
convirtiendo el territorio en uno de los más contaminados del mundo. Se calcula
que debido a ello hasta ahora han muerto 2500 personas y un número mucho mayor
ha sido mutilada. Un horror que no sólo afecta a la población humana, ya que
las pérdidas de cabezas de ganado se cuentan por miles. En la región de Tiris,
la más meridional del Sahara liberado o Sahara bajo el control del Frente
Polisario, las familias nómadas padecen esta lacra a diario: "Mi hijo pequeño estaba jugando no muy
lejos de aquel matorral cuando pisó una mina. Hoy está bien, pero debido a la
explosión le quedaron secuelas en una pierna", nos explica Hassina Samu,
de la familia Samu Sidi Alal.
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La familia Samu Sidi Alal ha perdido mucho por culpa del muro (fotografías de Rafael Gutiérrez Garitano) |
A la sombra del muro habitan
decenas de familias nómadas, que se desplazan con el ganado a aquellos lugares
donde llueve y brota el pasto, lo que en ocasiones les acerca sin ellos saberlo
a los campos minados. Los civiles que encontramos aseguran que los soldados marroquíes disparan para
divertirse sobre los camellos de los beduinos, ante la impasibilidad de la ONU.
La economía de las familias nómadas, coartado su desplazamiento estacional, se
ha visto seriamente afectada. Es el caso de la familia Samu Sidi Alal, cuyo
ganado, doscientos camellos, cruzaron el muro para nunca más volver. "Los soldados
marroquíes -asegura Hassina con el pequeño Mohamed en brazos- no nos dejaron
cruzar a recuperarlos y hoy solamente tenemos dos camellos. Lo hemos perdido
todo". Consecuencias
que no sólo afectan a la población de Sahara Occidental; el muro y el esfuerzo
bélico desplegado suponen un esfuerzo económico enorme para los ciudadanos de
Marruecos en hombres, armas y material. Un gasto anual de más
del 3% del Producto Interior Bruto (PIB), que Marruecos trata de contrarrestar
con el expolio de los recursos naturales del Sahara.
Una sociedad mutilada
y separada
Pero lo terrible del muro es que separa a las
personas. En un inicio el muro marroquí solamente rodeaba el denominado "Triángulo
útil": las principales ciudades y la mayor fuente de riqueza del
territorio, la pesca y las minas de fosfatos. Pero después se construyeron
cinco muros más conectados entre sí hasta que toda la antigua colonia española
quedó partida de norte a sur. Y con ella las familias saharauis. Solamente hace
pocos años la ONU creó los corredores humanitarios, programa gracias al cual se
permite a personas cruzar el frente para reunirse con sus familias.
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Mohamed Salem Kori no pudo ver a su familia en 30 años (Rafael Gutiérrez Garitano). |
"Llevaba 30 años sin ver a
los míos -dice con un hilo de voz Mohamed Salem
Kori- y hace dos años, al fin, pude reunirme con ellos". Tiene 55
años, y trabaja de chófer, aunque antes se ocupaba "de construir los pozos
de agua de la zona de Aguenit", donde reside hoy. "¿Cómo fue el
reencuentro?", le pregunto. Pero él sonríe con una tristeza infinita y
zanja: "no se puede describir con palabras". El trauma psicológico
que supone separar completamente una sociedad es tremendo. En el Sahara ocupado
las represalias contra civiles están a la orden del día. En el Sahara no
controlado por Marruecos no hay represión, pero sí miles de minas y un
territorio duro pobre y desértico. Y en mitad un enorme monstruo humano, el
muro, que ha mutilado a una sociedad entera.
Desconocido en
España
Si preguntamos a personas de nuestro entorno
por el Muro de Sahara Occidental, conocido también como Muro marroquí o Muro de
la vergüenza, descubriremos que en España muy poca gente lo conoce, a pesar de
que su extremo norte comienza a unos cientos de kilómetros al sur de Tarifa. Y
el desconocimiento sorprende teniendo en cuenta que se trata de la segunda
edificación más grande levantada por el hombre tras la gran muralla china y la
mayor que permanece en uso. Tiene su origen en la Guerra del Sahara que enfrentó
al Frente Polisario con los ejércitos de Mauritania y Marruecos entre 1975 y
1991, conflicto aún a la espera de resolución. Mauritania se retiró en 1979. Y la
guerra no convencional emprendida por el
Frente Polisario desmoralizó al ejército marroquí, que perdió mucho material y
muchos soldados, hasta que solicitó ayuda occidental al final de la década de
1970. Y así surgió el horror del muro, gestado por el ingenio israelí y con
ayuda financiera saudí. Cumplió su objetivo de estabilizar la guerra, pero el
Gobierno de Marruecos gasta anualmente una cantidad de dinero monstruosa en
mantener esta muralla y a los medios humanos y materiales que los sustentan.
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Brahim Mustafá y sus hombres vigilan una porción abandonada del Sexto Muro (Foto: Rafael Gutiérrez Garitano) |
Fosos, fuertes,
minas y radares de alta tecnología
"Cada cuatro o cinco kilómetros el muro
está dotado de un fuerte pequeño de infantería, ya sea de tropas convencionales
o de tropas especiales, junto a uno grande de carros. La pared está precedida
por dos fosos, alambradas y una línea de minas, que crece en las áreas entre
fuertes", nos explica Brahim
Mustafá, Jefe de Compañía de Duguech. Acompañamos a una patrulla del Frente
Polisario en sus labores de vigilancia frente al muro (siempre a la distancia
establecida por los tratados), que, según Mustafá, es de tal tamaño que no
puede ser vigilado solamente por soldados. "En muchos tramos aprovecha las
montañas y accidentes naturales. Y donde no hay hombres, hay muchas más minas. Además,
también hay radares que detectan el movimiento a decenas de kilómetros, como el
que está en aquella montaña", dice mientras señala al horizonte, a una
mole orogénica a la que alude como "Tederrurart". Luego zanja:
"ahora mismo ya sabrán que estamos aquí".
El guerrillero nos muestra una porción
abandonada del sexto muro y nos explica: "Los marroquíes se dieron cuenta
de que la línea de montañas era más defendible; en esta llanura les
hostigábamos continuamente, así que retrocedieron y montaron otra muralla cerca
de Aussard y Tichla". Luego continuamos nuestra marcha por este campo de
guerra y muerte. Por el día observamos las fortificaciones con prismáticos; por
la noche escuchamos a la luz de la hoguera viejas historias en boca de los
veteranos. Historias trágicas sobre el muro.
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Pesquero en la costa del Sáhara ocupado (Miguel Gutiérrez-Garitano). |
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Campo minado junto al muro, cerca de Aussard, Sáhara ocupado (Miguel Gutiérrez-Garitano). |
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Imagen del cuartel marroquí de Dakhla (Miguel Gutiérrez-Garitano). |
El muro, en datos
y cifras:
Tamaño y
estructura
-Es la segunda construcción humana más grande
tras la gran muralla china y la más grande en uso. Tiene unos 2.700 kilómetros
de longitud; lo vigilan 180.000 soldados del ejército marroquí; y está
flanqueado por, entre siete y diez millones, de minas.
-Cada cuatro o cinco kilómetros está dotado
de un fuerte pequeño de infantería, junto a uno grande de carros. la pared está
precedida por dos fosos, alambradas y una línea de minas, que crece en las
áreas entre fuertes. Además, también hay radares sobre las montañas y tropas de
fuerzas especiales.
-El frente está vigilado por puestos de la
misión de la ONU (MINURSO) encargada de verificar que se mantenga el alto el
fuego establecido desde 1991.
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Mapa de Sáhara Occidental y del muro que lo divide de norte a sur (Íñigo Cobeta). |
Historia y
objetivo
-Parte de norte a sur todo el territorio del
Sahara Occidental. Al oeste del muro, bajo autoridad marroquí, están las
principales ciudades -El Ayoun, Esmara, Bojador, Dahkla...-, además de las
minas de fosfatos de Bucraa y los caladeros de pesca. Al este, arena, roca, los
refugiados saharauis y el ejército del Frente Polisario, en una franja de
desierto a cuyos habitantes aluden como "territorios liberados".
--Su estructura está Inspirada en la
línea Bar Lev, muralla erigida en 1973 por los israelíes en la orilla este del
canal de Suez para contener al ejército egipcio en las guerras árabe israelíes.
-Su objetivo era estabilizar la guerra,
impedir y acotar las acciones de guerrilla del Polisario.
-Se construyó en ocho fases sucesivas, desde
agosto de 1980 hasta abril de 1987.
Minas y víctimas
Según datos de la ONU en Sáhara Occidental
todavía hay 100.000 kilómetros cuadrados minados. Su número es difícil de
calcular; se estima que ronda entre los 7 y los 10.000.000 cifra defendida por
el Pentágono.
Las minas y obuses de la guerra han causado
unas 2500 muertos y miles de mutilados, además de la pérdida de miles de
cabezas de ganado.