Un miliciano kurdo camina junto a un grafiti en un puesto avanzado. |
Recorremos
los 1.050 kilómetros de frente que el Kurdistán iraquí mantiene con el Estado
Islámico. Mal armados y peor pagados unos 140.000 peshmerga y dos centenares de
voluntarios occidentales contienen a un ejército terrorista cuya determinación
ha empezado a resquebrajarse. Un campo de batalla regado con el sufrimiento de
las minorías religiosas cristiana y yazidí.
Miguel Gutiérrez-Garitano
En el campamento de la Novena Brigada Peshmerga -la
flor y nata del ejército de la Región Autónoma de Kurdistán (RAK)- en Doquq hay
un rincón que destaca por dos presencias: los voluntarios occidentales y sus
perros. Por las noches y terminada la faena, se arrebujan todos juntos bajo las
estrellas sobre un sofá y un par de viejos pupitres de escuela resguardados de
los elementos por una suerte de pérgola de fortuna techada a base de plásticos.
Cinco perros, dos franceses, un norteamericano y un húngaro, todos soldados
profesionales -voluntarios sin paga en el ejército kurdo-, tratan a diario de
evadirse de la guerra frente al candor de una hoguera. Me adoptan sin dudar
aunque se disculpan por presentarse con nombres falsos: "Daesh es más
peligroso en Francia que aquí, y tenemos familia", aclara uno de los
franceses que responde al alias de "Sebastien".
Sebastien y Thierry forman un tandem que en Francia conocen como "brigada 732" en honor a la batalla de Poitiers. |
La Novena Brigada es una de las nuevas unidades
kurdas; fruto de los esfuerzos del Ministerio de Peshmerga de convertir un
ejército básicamente partisano conformado por las milicias independientes de
los dos principales partidos -Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y Unión
Patriótica del Kurdistán (PUK)- en un cuerpo moderno bajo las órdenes
exclusivas del Gobierno en el poder. En esta nueva política de defensa, los
asesores occidentales detentan una importancia palmaria: "Entrenamos a la
tropa en manejo y limpieza del armamento, asalto, guerra urbana, inteligencia...
-aclara Sebastien- y vamos consiguiendo resultados, pero lentamente, porque los
kurdos llevan décadas luchando y haciendo las cosas a su modo y es difícil
cortar ciertos vicios".
A diferencia del magiar y el yanqui -que conducen un
par de humvees acribillados a balazos-, Sebastien y Thierry, no combaten
"aunque nos gustaría" y se dedican a asesorar. Vinieron a Iraq hace
escasos meses a: "Parar la barbarie del Daesh contra civiles". Sebastien
es además doctor en Arqueología y no pudo "soportar asistir a la destrucción
de las estatuas del Museo Arqueológico de Mosul". Su hermano de armas del
ejército de la República, Thierry, ni se planteó dejarlo sólo. Ambos dejan
familia atrás y no hacen esto "ni por religión, ni por política ni por
fobias de tipo racial. Abominamos de la palabra <<Cruzado>> y estamos aquí porque, tras décadas de experiencia
en África y Oriente Medio en labores de Seguridad e Inteligencia, sabemos lo que hacemos y creemos que podemos
ayudar".
Un voluntario húngaro se refleja contra el cristal de su humvee, tiroteado por Daesh. |
En la Novena Brigada Peshmerga combaten un grupo de voluntarios occidentales. |
El servicio sanitario de la Novena es otra de las
cosas que ha mejorado sustancialmente gracias a la voluntaria hispano-brasileña
Eloisa Yaiza Pantojo; su vida dio un giro cuando perdió a toda su familia en un accidente de tráfico
cuando no era más que una niña; ha servido en los ejércitos israelí e Hindú y
goza de una gran experiencia como francotiradora. Con estudios de Auxiliar de
Enfermería es la única con conocimientos sanitarios en toda la brigada.
"Antes de venir yo estaba todo el material amontonado y las medicinas ni
siquiera se conservaban a bajas temperaturas, por lo que se estropeaban";
gracias a ella está todo debidamente guardado y conservado gracias a dos
máquinas frigoríficas para refrescos.
-¿Es duro ser la única mujer de toda la brigada?
Asegura que no; pero luego, mientras me invita a
unas deliciosas patatas con chorizo, comenta las "estrategias" que
sigue a diario para hacerse respetar por sus compañeros: "a todos les digo <<brama>>
que en kurdo significa << mi hermano>>, así me ven como a una
hermana mayor; siempre llevo este crucifijo bien a la vista para que vean que
no me cubro el pelo porque soy cristiana y además uso un burka que compré en
India para ducharme".
Eloisa Yaiza Pantojo es francotiradora y la única sanitaria de la Novena. |
Con los voluntarios extranjeros patrullo la línea de
frente a unos 10 kilómetros al sur de Doquq. Se trata de una mastodóntica obra
de ingeniería y zapa: varias líneas de trincheras, zanjas y un enorme talud que
cada medio kilómetro se refuerza con puestos avanzados y pequeños cuarteles
situados sobre verdaderas colinas de tierra. Una auténtica Línea Maginot kurda que
los hombres de Daesh hostigan a veces pero que ya no pueden traspasar. Tamaña
fortaleza responde a motivos estratégicos, pues nos encontramos en la puerta
sur de los campos de petróleo de Kirkuk, principal fuente de ingresos de la RAK.
"En toda esta región -me explica Thierry- hubo combates muy fuertes en
otoño de 2015; cambió de manos varias veces, pero al final los peshmerga se
impusieron con ayuda de la aviación occidental. Ahora Daesh mantiene una
actividad mínima. Nos tiran con mortero día sí día no, pero lo que más miedo
nos da son las IEDs, los explosivos improvisados". Según me explica, amparado
en la noche, el enemigo coloca trampas explosivas al paso de las tropas. "Pasamos
más miedo en los traslados, al salir del cuartel, que cuando vigilamos las
fortificaciones", me explican. "Esta zona tiene mucha población suní
u algunos están contra nosotros. Nunca salimos del cuartel solos y sin las
armas". "Tikrit está ardiendo". Hacia el suroeste,
a unos 60 kilómetros de donde estamos, el ejército de Iraq pelea al rededor de
la que fuera ciudad de nacimiento del dictador Saddam Hussein. Grandes
humaredas se elevan en el horizonte porque, según me explican, "Daesh
antes de retirarse incendia los pozos de petróleo y pone bombas en todas las
casas".
Una fuerte línea fortificada protege los campos petrolíferos de Kirkuk de las banderas negras. |
El goteo de refugiados es constante; en la imagen, el oficial kurdo se cerciora de que no se trate de una trampa. |
Encaramado sobre una fortificación, entre dos puestos de
francotiradores, un oficial peshmerga me explica la situación: "Aquel
pueblo de allí, a unos dos kilómetros, pertenece a Daesh y se llama Dalish".
Mientras hablamos alguien grita desde el campo enemigo. Un grupo de civiles se
ha acercado a la línea fortificada y pide a gritos que les dejen refugiarse en
territorio kurdo; trato de bajar por el talud a tomar fotografías pero me lo
impiden; "hemos sufrido varias bajas porque el Daesh usa civiles como
bombas humanas", me dice el oficial. Finalmente se verifica que los
civiles son inofensivos y se les deja pasar; el oficial se los lleva a que
reciban atención médica y "algo de comer porque suelen llegar
desnutridos". Según me informan, la llegada de gentes que escapan del
Daesh y otros grupos armados es "un goteo diario".
El Brigadier General Araz Abdulkadir está tras el éxito de la Novena Brigada. |
El éxito de la Novena Brigada Peshmerga tiene nombre
y apellidos. Se debe en gran medida al trabajo de su máximo responsable, el
Brigadier General Araz Abdulkadir. Culto y experimentado -habla perfecto inglés, estudió en una
Universidad sueca e hizo carrera en el ejército Iraquí- me recibe en su
despacho, que preside una sala de sofás donde acoge a las visitas. "¿Quiénes
son los que combaten con Daesh?". "Los comandantes son casi todos
iraquíes; aunque hay muchos extranjeros, de todas partes: sirios, saudíes, filipinos,
del norte de África, europeos, chechenos, afganos...Se trata de un auténtico
"ejército diferente a cualquier otro".
-Las administraciones europea y americana aseguran
que no hay botas en el terreno, ¿es eso cierto?
Por supuesto hay cooperación, por ejemplo a niveles
de inteligencia; nosotros nos encargamos de buscar objetivos para la aviación,
entre otras cosas. "Sin embargo -ataco- en la prensa local no dejan de
aparecer operaciones de fuerzas de élite como el Delta y el SAS británico".
"La cooperación es a muchos niveles, con fuerzas occidentales de élite,
con el ejército de Iraq, con las milicias chiitas... Cooperar es parte
fundamental de nuestra estrategia. Pero a día de hoy los kurdos somos el escudo
de muchos países y una mayor ayuda de otras potencias sería bienvenida.
Miembros de las comunidades de religión kaki escuchan al general. |
El general, recibe cada día a los líderes de las
comunidades kurdas, árabes y turcomanas,
con afán de escuchar sus problemas y tratar de ganarse así "los corazones
y las mentes". "Gracias a esto hemos reducido drásticamente los
atentados en el área de Kirkuk". Asesoramiento extranjero, coordinación
con otros ejércitos, relación con las comunidades locales a lo que Araz suma la
agilidad y la acción rápida. Cuando el
general apenas ha despedido a una delegación de jefes tribales kurdos aparece
el general de la Decimo Sexta Brigada. Se trata de la brigada móvil. "Nos
marchamos, ha surgido un problema con las milicias chiitas", se despide.
El puesto avanzado de Dibis es la punta de lanza en el sector de Hawija. |
Que el gobierno de Masud Barzani apueste por
oficiales cosmopolitas para erigir su ejército moderno no quiere decir que haya
prescindido de los viejos veteranos de las guerras kurdas contra Saddam
Hussein. En el sector de Dibis, al noroeste de Kirkuk, los 600 hombres del
general Neriman protegen una línea de puestos avanzados ante un enemigo que utiliza
la noche para golpear. Aquí Daesh es fuerte porque cerca, al oeste, esta
Hawijah, su cuartel general en la gobernación de Al-Ta´Mim. Entre explosiones de morteros y un esporádico tableteo
producido por fuego de Kalashnikov, el
general -un viejo guerrillero que combate "desde los 17 años"- me
expone la situación: "desde que construimos esa trinchera ya no nos lanzan
coches bomba: Durante el día nos bombardean con morteros. De noche usan a civiles
cubiertos de bombas para atacarnos.
Entre los peshmerga hay dos españoles que
corroboran las palabras de Neriman: "La pasada semana nos han atacado dos
veces de esta manera -asegura un soldado que responde al nombre de Simón de
Montfort-. Primero fue un viejo con un burro, después un chaval en bici. Se
trataba en realidad de suicidas y los peshmerga los abatieron antes de que
llegaran a nuestras líneas".
Estos voluntarios que "no cobran por combatir
más que el rancho de cada día" se conocen en los medios españoles como
"El boina verde" y "El gallego". El lenguaje de Simón es
arcaizante y lleno de frases alusivas a la religión y tiene el cuarto lleno de
libros piadosos y rosarios bajo una gran bandera española en la que se lee:
"Reinaré en España. !Viva Cristo Rey¡" "Soy católico
practicante, tradicionalista, terciario capuchino y además fui boina
verde"-aclara-.
"El boina verde" y "El gallego", dos voluntarios españoles contra Daesh, en Dibis. |
-¿Te consideras un cruzado?
"Siempre me gustó esta mezcla de espiritualidad
y capacidad combativa de los templarios". Aunque reconoce que de joven
perteneció a un sindicato de Falange asegura no estar en Iraq por motivos
políticos ni mucho menos por tendencias islamófobas o racistas. "Esta
milicia es socialista y todos nuestros compañeros son musulmanes sunitas. Además
me he tirado muchos años de mi vida en organizaciones de ayuda a inmigrantes.
Le mueve "proteger a los cristianos que están siendo exterminados". Por
su parte, el gallego -cuya experiencia militar le viene de la BRILAT,
Infantería Ligera del Ejercito Español- explica: "Llevo 41 años trabajando
como un cabrón y no tengo familia. Quería hacer algo. Y si me matan al menos
habré intentado defender a esos inocentes de ser asesinados y esclavizados".
Pronto -aseguran- vendrá otro español, comunista, al que van a acoger "como
a un hermano de armas. Aquí no nos importa ni raza ni credo ni tendencia
política -zanja Simón-. Tenemos claro que el enemigo son las banderas
negras".
En el cuartel general del NPF, con el comandante Safaa Khamro y Mathew Van Dyke, conocido internacionalista y líder del SOLI. |
El
pueblo fantasma de Telskuf, a 15 kilómetros de Mosul, es en sí mismo un
testimonio del genocidio perpetrado por el Estado Islámico contra los asirios
cristianos. Tras tomar Mosul -el 10 de junio de 2014- los yihadistas se
derramaron como una plaga de langostas por las llanuras de Nineveh, aniquilando
a su paso a esta minoría. 125.000 hombres mujeres y niños pudieron escapar de
la matanza y se refugiaron en la RAK donde pululan hacinados en campos y
olvidados por la comunidad internacional. El único pueblo de las llanuras de
Nineveh que reconquistaron los kurdos -en el seno de la ofensiva para hacerse con la presa de Mosul el 18 de agosto- fue Telskuf. Solo habían sobrevivido tres
ancianas. Hoy la población es símbolo y bastión de la lucha contra los
terroristas, que la atacan a diario con cohetes tipo katyusha y fuego de
mortero. La guarda una compañía peshmerga junto a una milicia asiria, de
voluntarios sin paga, que opera bajo autoridad kurda, conocida como Nineveh Plane
Forces (NPF). Los lidera el comandante Safaa Khamro que está empeñado en "combatir
por recuperar el territorio perdido y liberar a nuestros familiares". Recibe
el apoyo de Sons of Liberty International (SOLI), una organización sin ánimo de
lucro, que se financia gracias a aportaciones particulares y cuyo objetivo es
"dar formación y entrenamiento de seguridad a comunidades vulnerables".
"Creemos que todas las personas -nos dice su creador, alma y líder Matthew
Van Dyke- tienen derecho a defenderse y preservar su libertad
independientemente de su situación financiera. Creemos en un mundo donde los
inocentes son protegidos -proclama.
Van Dyke junto a sus hombres, cuya labor, sin ánimo de lucro, consiste en adiestrar a las miliciuas cristianas. |
Van Dyke y Khamro junto a formadores y alumnos. |
Conocido luchador por la liberación de los pueblos libio
y sirio, el americano es el más famoso e inclasificable de los extranjeros que
sirven en Kurdistán. Viajero, cineasta y corresponsal de guerra, Van Dyke lo
abandonó todo en 2011 para unirse a los rebeldes libios tratando que de aquella
primavera se gestara un verano político. Sobrevivió a la destrucción de todo su
pelotón y a seis meses de reclusión en las mazmorras del dictador. Los
asesinatos televisados de los periodistas James Foley y Steven Sotloff, dos de
sus mejores amigos, marcaron para él un antes y un después. "Abandoné
definitivamente los reportajes y me di de lleno a combatir el terror",
asegura.
Responden a los seudónimos de Dave, Tom y Jerry. Son los militares estadounidenses encargados de formar a los reclutas cristianos de Telskuf. |
Ahora el americano de Baltimore -que ha entrenado a
varios cientos de combatientes cristianos- trabaja en una calle desierta de
Telskuf, asistido por tres veteranos -un marine y dos soldados de infantería- del
ejército de EEUU que responden a los alias de David, Jerry, y Tom. Entrenan a
los hombres de la NPF en "asalto, guerra urbana, armamento y todas las
habilidades necesarias -sostiene Van Dyke- para que nos les maten a las
primeras de cambio cuando traten de recuperar su tierra". Asisto al
trabajo de los instructores del SOLI con dos "escuadras" (unos 18
hombres) de jóvenes que progresan por una calle desierta del Telskuf medio
derruida por los cohetes enemigos. De tanto en tanto se escuchan disparos y explosiones.
"Trabajamos a dos kilómetros de primera línea, lo cual acostumbra a los
hombres a las condiciones de combate; la semana pasada llamaron al SOLI para
repeler un ataque en Baqofah". Tanto los instructores como el comandante
Khamro están muy contentos con el progreso de los reclutas. "Esta gente
tiene comida y medicinas pero no pudieron defenderse y la comunidad
Internacional los abandonó" -dice David-. Luego esgrime el Kalashnikov
para espetar: "Este es el humanitarismo que necesitan".
Milicianos peshmerga patrullan por la sitiada Sinjar. |
Que la capacidad ofensiva del Daesh en el frente
kurdo se ha visto seriamente mermada es una evidencia. Pero es cuando desciende
la violencia cuando las heridas salen a relucir y no hay mayor horror en esta
guerra que el que me encuentro en Sinjar. Toda la ciudad -que antes tenía unos
25.000 habitantes- yace atomizada en un puro amasijo de polvo y hierros lleno
de trampas explosivas. Sólo algunas de las casas de los vecinos no sunitas que están
minadas por Daesh están marcadas con banderines rojos y grafitis. La sensación
en lo que fue su centro histórico bascula entre la desolación y el espanto.
"Está todo minado y algunas trampas explosivas son muy sofisticadas -me
avisan tres jóvenes peshmerga-. Además pueden quedar yihadistas en sótanos y
aljibes". Lo más peligroso son los túneles, que recorren el subsuelo de la
población y que "fueron construidos por los esclavos de Daesh para
esconder riquezas y resistir los bombardeos de la coalición". En patios y
habitaciones se pudren los cadáveres de los yihadistas cuyo origen diverso se
advierte en los grafitis de las paredes - en varios alfabetos- y que versan
invariablemente sobre la obsesión última de este ejército de locos: la
religión.
Sinjar es el corazón del mundo yazidí, una minoría
religiosa que enraíza muchas de sus creencias en el zoroastrismo. Los sunitas
radicales consideran a esta gente "adoradores del demonio" y trata
literalmente de exterminarlos a todos menos a las mujeres jóvenes. "Se han
llevado a más de 300 como esclavas sexuales -me explican Amir Balier Ismail y
Ez-Aldeen Rashoo, dos trabajadores del hospital de Sinjar-. Se las intercambian
entre los yihadistas o las venden en Raqqa, Tal Afar o Mosul". Salvo
algunos edificios derruidos ocupados por los peshmerga, el hospital es el único
punto vivo en medio de la ciudad muerta. Esconde el horror en un cuarto con dos
estancias separadas por un biombo; "En la estancia vacía -susurra
Ez-Aldeen Rashoo- las casaban y las preparaban (mientras habla me muestra una
serie de tétricos vestidos y una cesta llena de coronas de flores de plástico)
y después las violaban en esta cama. 40 mujeres de mi aldea están entre las
secuestradas, muchas de ellas de mi familia". No sé cómo puede seguir pero
lo hace: "el primer mes aún tuvimos noticias porque algunas escondieron
sus móviles. Nos llamaban desde Tal Afar y nos contaban todas la barbaridades
que han padecido". Con ellos recorro las fosas comunes donde todavía
descansan si sepultura los restos de las mujeres mayores.
Amir Balier Ismail y Ez-Aldeen Rashoo, dos trabajadores del hospital de Sinjar, me muestran donde el Daesh violaba y asesinaba a las mujeres yazidíes. |
Sinjar -que está
rodeada por todas partes menos por las estribaciones montañosas del norte- es
un punto estratégico porque por ella pasa la carretera que une Mosul y Raqqa.
Los peshmerga la han cortado pero -como me advierte el comandante Salal Mohamed
Rahim- "Daesh utiliza ahora pistas que ha abierto más al sur". Consigo
llegar hasta la carretera, horadada de cráteres producidos por los coches-bomba
que una batería de misiles Milano se encarga de neutralizar. El propio Salal,
que me asegura que desde 2015 reciben a diario ataques de gas mostaza, ostenta
un brazo inutilizado por el tiro de un francotirador de los que barren la
posición todas las mañanas.
Salal Mohamed Rahim está al mando de una batería de misiles MILANO, que intercepta la carretera de Mosul. |
Algún día Sinjar, el Gernika iraquí, se erigirá en
símbolo de esta guerra. Conquistada el 2 de agosto de 2014 por los islamistas
radicales, no fue hasta noviembre de 2015 que se consiguió recuperar gracias a
las tropas kurdas de Iraq y Siria y a los aviones de la coalición, cuyas bombas
terminaron de pulverizar la población. Sus habitantes sobrevivieron durante
meses sitiados en las montañas, "alimentándonos de frutos silvestres y de
la comida que lanzaban los aviones occidentales". Y allí siguen, esperando
a recuperar lo que queda de sus familias y hogares.
El cráter de un ataque suicida preside la visión en el último puesto de la posición kurda más avanzada. |
OBJETIVO MOSUL
En 2015 el Estado Islámico perdió un 20% de su
territorio en Siria e Iraq, donde han perdido ciudades clave como Tikrit y
Ramadi. El pasado 5 de marzo el Primer ministro de Iraq, Haider Al Abadi, junto
al enviado de la Casablanca para liderar la coalición, Brett Mc Gurk anunciaban
la ofensiva definitiva para este año dando por hecho el apoyo del ejército
kurdo. A Erbil le interesa un fin rápido de la guerra porque mantener una
extensa frontera -1.050 kilómetros con Daesh y otros 550 con Siria- y a tantos
miles de soldados en alerta resulta ruinoso para una economía maltrecha y
dependiente del petróleo de Kirkuk. A muchos soldados se les debe su paga desde
hace meses y los comandantes son unánimes en la necesidad urgente de armamento.
AL BORDE DE LA QUIEBRA ECONÓMICA
El futuro de la guerra depende de los asuntos
económicos. En una entrevista para este reportero, Jerry Kiser, propietario de Independent Petroleum Land Services y
con gran experiencia en Kurdistán, pinta un futuro económico complicado para la
región. Habla de "colapso inminente". Tanto Iraq como la RAK están
endeudados; el petróleo no hace más que bajar y "gran parte del crudo se
pierde debido al contrabando llevado a cabo por una red mafiosa que se creó
durante el bloqueo internacional (el Programa Petróleo por Alimentos) al
régimen de Saddam Hussein y que hoy todavía sigue vigente".
COMBATIENTES
EXTRANJEROS
Frente a los más de 30.000 yihadistas que se han
unido al Daesh, el ejército kurdo cuenta solamente con unos 200 voluntarios
occidentales europeos y americanos. Entre ellos hay verdaderos mendigos y
alucinados; también enviados por organizaciones comunistas y fascistas. Pero
priman los exmilitares serios con gran experiencia que son valiosos como
formadores. La mayoría se une al ejército kurdo de la mano de la organización
francesa "para la defensa de los cristianos" Dwekh Nawsha".
Otros engrosan sus propias organizaciones, como Sons of Liberty International
(SOLI) y American Mesopotamian Organization (AMO), encargados de entrenar a
milicias asirias como Nineveh Plain Forces (NPF), Nineveh Plain Protection
Units (NPU), etc.
LOS NÚMEROS
DEL GENOCIDIO
El pasado 4 de febrero el pleno del Parlamento
Europeo aprobó una declaración conjunta que declaraba que el Daesh está
"llevando a cabo un genocidio contra cristianos, yazidíes y otras minorías
religiosas en Iraq y Siria". Un informe de la ONU cifraba la barbarie por
parte de los yihadistas en Iraq para finales de 2015 en 19.000 asesinados,
37.000 heridos, 3.500 personas esclavizadas y centenares de miles de
desplazados, sobretodo miembros de las minorías religiosas, cristianos y
yazidíes.
Muy valiente estar allí y ser capaz de contarnos quienes son los buenos, que hacen y como en esta guerra de aquí y ahora. Animo y muchas gracias. Carmen nogales.un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias Carmen; un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno, muchas gracias por darnos tu perspectiva; un abrazo.
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