domingo, 9 de noviembre de 2014

"Cuando se viaja en moto no hay barreras frente al paisaje, los elementos o la gente"


 Los moteros tienen algo. Les acompaña una suerte de aire romántico parecido al que tenían los antiguos jinetes, cada vez menos numerosos. Como ellos, se enfrentan a la adversidad de la meteorología y al peligro de las carreteras, pero también se zambullen de lleno en el ambiente, son absorbidos por el paisaje en todo su esplendor. Especie a parte son los viajeros en moto de largas distancias. Eso que llaman trail. Tipos que cabalgan sus "burras" por estepas y desiertos, cuyos huesos soportan extenuantes jornadas de baches y tormentas y cuya silueta se recorta en los más hostiles horizontes.

Luis García Martínez (Vitoria, 37 años)  pertenece a esta raza de jinetes de máquinas. Somos amigos desde hace más de veinte años y vivimos en el mismo barrio, así que hoy le entrevisto entre birras en la taberna que ambos frecuentamos a diario. Mientras las cervezas se acumulan, el relato que Luis hace de sus viajes motorizados nos transporta a ambos al mundo trepidante de su pasión viajera. Me relata con energía sus momentos buenos y malos, de amistad con los hospitalarios bereberes, y episodios de nervios con traficantes de droga y aquellos derivados de malas decisiones o planificación. Porque Luis, que ha firmado ya cuatro viajes de miles de kilómetros por Marruecos en moto, es todo pasión. Pura vida.

Luis saluda a un dromedario en el sur marroquí.


-¿De donde te viene esta pasión motera?

De tradición familiar. Mi padre es y ha sido siempre motero, lo mismo que mi hermano. Yo aprendí en la scooter familiar, luego -a los 16 años-  con la TZR80 y también con una Bultaco Sherpa en la finca familiar. Pero hoy en día viajo en una KTM 9-90 negra de maxitrail.

-¿Qué te llevó a saltar a los viajes largos?

Bueno, he tenido mis modelos (aquí hace un alto y charlamos largo y tendido sobre famosos viajeros en moto, como Miguel Silvestre, Ted Simmons, Charlie Boorman y Ewan Mac Gregor...), pero a decir verdad a la que más admiro es a Theresa Wallach, una mujer londinense que ganó la carrera Gold Star (premio de automovilismo) en 1939, que fue piloto en la Segunda Guerra Mundial, que se recorrió sola en moto toda Norteamérica y que, junto a Florence Blenkiron, otra gran piloto, realizó un increíble viaje a África en moto en la década de 1930. El viaje de estas mujeres tiene especial mérito porque rompieron barreras morales y porque para ellas, como chicas,  era más peligroso. También soy un admirador de Roberto Naveira y su programa radiofónico Mundoenmoto, además de algunos blogs especializados. Dicho todo esto te confieso que el verdadero empujón para viajar me lo dió mi hermano Jonathan.

El entrevistado disfrutando de la soledad de la costa de Marruecos.


-Fue él quien te empujó a ese primer viaje...

Efectivamente. Me enrolé en un viaje a Marruecos que montaban él y sus amigos. Éramos siete personas en dos todoterreno Toyota Land Cruiser y tres motos. Fue en 2011. Hicimos unos 6.000 kilómetros en diez días en un viaje circular yendo por el interior y regresando por la costa. Fue un viaje muy rápido. Y muy duro, porque las novatadas se pagan.

-¿A qué te refieres?

Fue físicamente muy duro. No controlaba bien la moto, porque me la acababa de comprar. Así que sufrí muchas caídas y un cansancio físico considerable. Además, no iba preparado para los elementos. En el Atlas, por ejemplo,  pasé el frío más intenso que he sentido nunca. No llevaba ropa, el saco de dormir era de verano, la moto no tenía cúpula para el viento y no llevaba manillares con puños calefactables. Es lo que tiene viajar en moto, que vas muy expuesto. Así que, por ejemplo, ponía las manos sobre el motor para calentarlas, te vas adaptando a lo que hay.

-¿Te cambió ese viaje la mentalidad?

Completamente. Fue mágico. La novedad, la visión de la inmensidad...El Erg Chebi, el Atlas medio...Como primer viaje tuvo un antes y un después, a pesar de los errores de planificación  normales en una primera experiencia. De todas maneras la experiencia nos unió para siempre a los que fuimos a aquel viaje. Porque los viajes unen. Mi hermano además hizo un vídeo y es algo que queda ahí. Por mi parte ya no he podido dejarlo. He hecho otro viaje cada año desde entonces.

El grupo del primer viaje reunido.


-Hablame de la diferencia entre ese primer viaje y los restantes.

Tras ese primero he vuelto en 2012, 2013 y 2014. Por ahora siempre a Marruecos que es un país que me encanta. Se trata de viajes circulares de 6.000-7.000 kilómetros. Ahora, además, los hago bajando en moto desde Vitoria. Soy más experiementado. Planifico mejor los viajes, qué llevar y qué no. Cómo dosificarme. Sé mucho más de mecánica, que es algo fundamental en un viaje largo (Luis, hay que decirlo, incluso ha diseñado ciertos sistemas para aumentar la autonomía de su moto). Además ahora manejo mejor la moto. Es algo que cuesta, pero llegas a ser uno con la máquina, la sientes. Por el ruido y demás, sabes lo que le pasa y cómo va. Además, ahora trato de viajar disfrutando más del ambiente y de la gente; que no sea algo tan rápido como en la primera ocasión.

-Aún con toda tu experiencia, te meterás en problemas de vez en cuando...

Es inevitable. Por ejemplo, una vez, pasado Erg Chebi, camino de Zagora, mi compañero y yo nos quedamos atascados en las dunas. Su moto BMW pesaba mucho y se quedaba clavada. A esto, como suele pasar, sucedió una concatenación de errores; no teníamos agua suficiente y además nos habíamos levantado demasiado tarde así que hacía mucho calor; como consecuencia me dió un mareo y me quedé incosnciente.


Para sentir la moto para Luis basta un pequeño paseo.


-¿En mitad de la nada?

Así es. Pero luego hubo suerte. Unos lugareños que apareciero por casuelaidad de no se sabe dónde me dieron el suficiente líquido para poder seguir, y seguimos; y después, -increíble...- va y aparece un albergue en pleno desierto. Así que pude echarme a dormir, estaba destrozado.

-¿Qué diferencia un viaje en moto de uno en coche?

Estás más expuesto a los elementos. Pero también a la gente. Cuando uno pasa en coche ni te miran. En moto se te acercan y no hay barreras entre ellos y tú. Te hablan y te relacionas. Es completamente distinto, tiene otro encanto. Nosotros tratamos siempre de relacionarnos a tope con las personas de las aldeas y las ciudades que visitamos. Y ese horizonte que tenvuelve por los 360º...

-Cuéntame una anécdota en este sentido...

Por ejemplo en las montañas de Chef Chauen, íbamos ateridos de frío en mitad de la niebla y un hombre se nos acerca con su coche y nos dice: "seguidme que si no, los coches que vienen de frente os van a arroyar". Le seguimos y hete aquí que aparece allí en medio de la montaña una mansión con un cochazo en su puerta. Nos invitó a entrar y su familia y él se portaron superbien con nosotros, invitándonos a té, leche, refrescos, yogurt, etc. Nos dijo que había vivido en Barcelona e insinuó que ahora le iba bien porque traficaba con hachís. Entiéndeme, con toneladas de hachís e incluso nos hizo entender que el paso de la frontera no planteaba dificultad porque "la cosa iba sóla".

-Vaya papelón, en casa de un traficante en mitad de la nada...

Pues sí. No te voy a negar que sentimos bastante inquietud por un momento. Pero la verdad es que cuando nos fuimos corrió detrás nuestro como una madre con una bolsa de barritas energéticas y petit suisse para que no pasáramos hambre en el camino...Son esas cosas que suceden en los viajes, al mismo tiempo surrealistas y al mismo tiempo tan humanas.

-Tras tanto viaje a Marruecos, ¿tienes nuevos planes?

Me gustaría recorrer Europa y el primer tramo de la Ruta de la Seda en un mismo viaje; y estoy en ello. Mientras tanto, hago muchas excursiones por aquí cerca que tienen también un enorme encanto. El caso es salir...



Luis con su sempiterna sonrisa en el momento de la entrevista.


Terminada la entrevista y ya con la segunda jarra de cerveza, Luis y yo recorremos mentalmente el mundo. Él me dice que, desde que empezó a viajar ha abierto una nueva ventana dentro de él a la que llama "instinto". Asegura que siente lo que antes no sentía. "Eso que tenemos embotado en nuestra cultura". Sentimiento que revalida ya desde que se pone a planificar el siguiente viaje. Ansía -asegura- una vida inspirada y plena que pasa por deshacerse de muchas cosas materiales que ya no le sirven y que no cree necesarias. "Para empezar voy a vender la casa", asegura. Yo siento envidia de su entusiasmo y su carácter positivo, algo muy útil en los viajes complicados. Luis es una de esas personas que suma en positivo, un buen compañero y un buen amigo...








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