lunes, 10 de noviembre de 2014

El robot que se bañó en polvo de estrellas

Lo que definitivamente pone a la ciencia por delante de aquellos que se apoyan en el pensamiento mágico (chamanes, adivinos, telépatas, sacerdotes, brujos, tarotistas, médiums, etc.) es su dinamismo y su capacidad de evolución y avance. Me explico: la praxis del brujo no evoluciona; sus enseñanzas son las mismas a través de los milenios. Pero la ciencia es como un gran casteller donde los trabajos y conocimientos de cada generación no se pierden. Los hombres se aúpan sobre el conocimiento legado por los anteriores y así las horas de trabajo, esfuerzo y sacrificios se engranan hasta lograr lo impensable.

La Rosseta tras la estela del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.


Y pocas veces se ha logrado un hito semejante a lo que se plantea para el proximo miércoles 12 de noviembre, cuando un ingenio diseñado por el homínido consciente tratará de posarse sobre un cometa en movimiento. Algo que cierra un ciclo que ha durado cinco siglos desde que Tycho Brahe demostrara en el siglo XVI que los cometas no son fenómenos atmosféricos sino cuerpos celestes extraterrestres. Si lo pensamos es pura poesía; desde que el hombre alzó las vista a los cielos añoró alcanzar los cuerpos celestes, pero, al mismo tiempo, los declaró inalcanzables; territorio de dioses y musas. Y los admiró por su belleza. Polvo de estrellas, cometas, chispeantes luces en el vacío...

Los expertos comparan la hazaña al aterrizaje sobre la Luna de 1969. La sonda Rosetta, que lleva viajando 10 años y se encuentra a 6.500 millones de kilómetros de la Tierra, se situará a las 9,35 horas sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, al que acompaña ya en su viaje hacia el Sol. Cuando se encuentre a 22 kilómetros de la superficie de polvo y hielo del cuerpo celeste soltará al pequeño robot Philae, que tardará otra siete horas en fijarse sobre la superficie.

El Philae se desprende de la sonda Rosseta camino de su destino.


La complejidad técnica no tiene precedentes y habrá un momento en que el robot se lance ya sin control ni posibilidad de rectificar el rumbo, para después agarrase al hielo mediante unos camprones parecidos a los de cualquier montañero. Ni que decir tiene que durante todo el trayecto enviará información y obtendrá fotos e imágenes. Y de lograrlo, se habría conseguido romper otra barrera. La barrera de lo imposible tantas veces desechada y resituada gracias al tesón del hombre y al implacable instrumento científico.

Este miércoles yo estaré pendiente del Philae, ese pequeño ingenio que persigue el sueño de los poetas clásicos...¿Y vosotros?

1 comentario:

  1. Gracias Miguel por este nuevo artículo. Para el que quiera, toda la información sobre la misión aquí:

    http://www.dlr.de/rb/en/desktopdefault.aspx/tabid-4539/

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar